Anitzel Díaz
Nuestra historia empieza en una colonia aristocrática de cualquier urbe populosa y moderna: México, Nueva York, París...En todas ellas existen familias ricas que gozan de comodidades y lujos. Sin importarles o ignorando que el mismo cielo ampara también a muchos desheredados de la vida y la fortuna.”
― Yolanda Vargas Dulché
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Tuve que abrirme paso a bofetadas con la vida y aquí estoy, pobre y triste, dice Yolanda Vargas Dulché. La frase podría haber sido dicha por Corín Tellado, ya que tanto ella como Vargas Dulché comenzaron a escribir para contribuir al sustento de sus familias. Corín Tellado empezó a mantener a su familia tras la muerte de su padre, utilizando la escritura como medio de vida. Por otro lado, Vargas Dulché inició su carrera como reportera de espectáculos en un diario nacional para ayudar a su madre. Ambas se convirtieron en escritoras queridas y populares. Yolanda Vargas Dulché, conocida como la "Escritora del Pueblo," llegó a vender 25 millones de ejemplares de historietas al mes en su época de oro, mientras que Corín Tellado vendió 400 millones de ejemplares, aunque no se hizo rica con ello.
Sus obras, etiquetadas como literatura rosa, nunca recibieron gran reconocimiento por parte de la crítica. Vargas Llosa describió a Corín Tellado como una "fabuladora nata," sin pretensiones literarias, que permitió soñar a muchas personas y fomentó la lectura entre quienes tenían menos formación. Guillermo Cabrera Infante, quien corregía sus relatos para la revista cubana Vanidades en 1951, la describió como una "inocente pornógrafa."
Corín Tellado desempeñó un papel crucial al ofrecer una respuesta emocional a una sociedad española reprimida y a una sociedad mexicana en proceso de liberación, marcada por el machismo. A través de sus historias, Tellado les mostró a las mujeres que amar era lo esencial, creando una guía que muchas lectoras siguieron, mientras que los escritores mexicanos observaban este fenómeno con resignación. “Corín Tellado no creó ningún personaje memorable y si la intelectualidad mexicana la odiaba, la española mucho más, porque era una mujer que concentraba en gran medida la actividad lectora de su tiempo. Fue una autora a quien ningún escritor tomó en serio nunca, cosa contraria a quienes se dedican a vender recetas fáciles como el brasileño Paulo Coelho, quien sí logró ser parte de la Academia de la Lengua en Brasil. Ella no logró nada de eso, pero tenía conciencia de ello”, Pavel Granados, escritor
En cambio Vargas Dulché creó personajes que fueron clave en la cultura popular mexicana y resonaron profundamente en el público, convirtiéndose en parte del imaginario colectivo: “Para que un personaje tenga éxito, trascienda y obtenga popularidad, ha de ser convincente, actuar tal como actuamos no puede ser de cartón. Para mí no existe la gente a quien le pegan, le hacen injusticias y sigue chillando sin reaccionar, como pasa en una que otra novela de la televisión”.
El encuentro
En la vasta y rica tradición literaria hispanoamericana, dos figuras se destacan por su habilidad para capturar el corazón de millones de lectores a través de narrativas envolventes y emotivas: Yolanda Vargas Dulché y Corín Tellado. A pesar de haber nacido en contextos y geografías distintas—México y España respectivamente—, ambas escritoras compartieron un don innato para contar historias que conectaban profundamente con sus audiencias. Este ensayo explora un encuentro hipotético entre estas dos "contadoras de historias", imaginando cómo interactuarían sus visiones del mundo y sus enfoques narrativos si alguna vez se hubieran conocido.
Yolanda Vargas Dulché, nacida en 1926, creció en un México postrevolucionario, donde la lucha por definir una identidad nacional estaba en pleno apogeo. Su obra, influenciada por el melodrama y la cultura popular, encontró en la historieta y la telenovela sus principales vehículos de expresión. Historias como "Rubí" y "Yesenia" son ejemplos de su capacidad para tejer tramas llenas de emoción, centradas en personajes femeninos complejos que navegaban entre el amor y la adversidad.
Por otro lado, Corín Tellado, nacida en 1927 en la España de la posguerra, fue testigo de un país sumido en la pobreza y la represión franquista. En este entorno, sus novelas románticas ofrecían una vía de escape para miles de lectoras que anhelaban vivir historias de amor en un mundo que parecía haber perdido su sentido de romance. Con más de 4,000 novelas publicadas, Tellado se convirtió en un fenómeno editorial que traspasó fronteras.
Si imaginamos un encuentro entre Vargas Dulché y Corín Tellado, podríamos situarlas en una cafetería en algún rincón de un universo paralelo, donde las palabras son las únicas armas y las emociones son la moneda de cambio.
En este escenario, Vargas Dulché podría compartir cómo sus personajes femeninos, a menudo atrapados en tramas de poder y deseo, reflejaban no solo las tensiones de un México en búsqueda de su identidad, sino también los desafíos universales que enfrentan las mujeres en su lucha por ser protagonistas de sus propias vidas. Corín Tellado, a su vez, podría revelar cómo, bajo la capa de lo que muchos consideraban "literatura ligera", sus historias contenían una crítica sutil pero incisiva de las restricciones sociales impuestas a las mujeres en la España franquista.
El diálogo entre ambas podría girar en torno a las diferentes formas en que cada una abordaba el amor y el destino. Mientras que Vargas Dulché podría defender la complejidad moral de sus personajes, quienes a menudo enfrentan dilemas que desafían las normas sociales, Tellado podría argumentar que, en un mundo donde las opciones son limitadas, la pureza del amor y la búsqueda de la felicidad individual se convierten en actos de resistencia.
Si bien ambas autoras trabajaban en géneros que a menudo eran menospreciados por la crítica literaria "seria", su impacto en la cultura popular es innegable. Un intercambio de ideas entre ellas podría haber dado lugar a nuevas formas de narrativa que combinara el melodrama de Vargas Dulché con la simplicidad directa de Tellado, creando historias que capturaran tanto la imaginación como el corazón de sus lectores.
Podemos imaginar, por ejemplo, una colaboración hipotética donde una novela gráfica escrita por Vargas Dulché incluyera diálogos y situaciones inspiradas en las tramas románticas de Tellado, o una serie de novelas de Tellado que adoptaran la estructura visual y el dramatismo de las telenovelas de Vargas Dulché.
El encuentro entre Yolanda Vargas Dulché y Corín Tellado, aunque imaginario, resalta la importancia de valorar las contribuciones de estas autoras a la literatura y cultura popular. Ambas demostraron que, a través de sus historias, podían tocar las vidas de millones, creando mundos donde el amor, la lucha y la esperanza eran protagonistas indiscutibles. En un universo paralelo o en la realidad, su legado sigue vivo, recordándonos que las historias, sin importar su forma, tienen el poder de transformar y conectar a las personas.
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“—¿Y cómo tiene que ser esa mujer, amigo Jack?
—Como usted ni más ni menos —repuso con intensidad—. Tiene que ser como usted, Denise, y como no existen dos mujeres iguales, ha de ser usted misma.”
― Corín Tellado
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La idea del paraíso hoy la hemos traído al más acá, a la cotidianidad del reflejo de una forma de pensamiento, a la búsqueda del contento. H
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