Alberto Aguirre
Justo hace dos años, después de un exhaustivo trabajo de gabinete realizado por el equipo de Luz Elena González, el gobierno de la Ciudad de México accedió a un acuerdo con AirBnB para promover su conversión en la capital del turismo creativo. Los nómadas digitales ya eran chilangos y la megaurbe estaba entre los 20 destinos globales para la poderosa plataforma para gestionar alojamientos de corta duración.
La gentrificación es una de las expresiones más nítidas de lo glocal. Aunque en la CDMX se ha concentrado en un corredor que atraviesa media docena de alcaldías. Principalmente, la Cuauhtémoc, que alberga más de 600,000 habitaciones de hoteles.
Al paso de estos años, la administración capitalina —ahora encabezada por Clara Brugada— se ha propuesto regular a los anfitriones de estancias turísticas temporales e inhibir los efectos del turismo de masas en determinadas zonas del territorio capitalino.
Acabar con un modelo que sólo beneficia a un pequeño grupo de empresas parece loable, pero otros afectados indirectamente (los dueños de los inmuebles y de los negocios locales, principalmente en las alcaldías del centro) han alzado la voz ante las exigencias contenidas en la normatividad en ciernes: aviso de funcionamiento de impacto vecinal compatible al uso de suelo, tarifas en lugares visibles, horarios de atención, control de llegadas y salidas, reglamento interno, servicios médicos; contar con equipo de limpieza, preservativos, contar con seguro que garantice los valores que se le entreguen en custodia…
La distorsión del mercado inmobiliario de arrendamiento es una de las amenazas que advierten. Y también, un aumento de tarifas… pero el impacto estaría constreñido a 27,000 alojamientos, menos de 1% de las viviendas capitalinas.
La alcaldía Cuauhtémoc tiene el mayor número de viviendas turísticas, de acuerdo a un reciente estudio de Amvitur. La siguen: Gustavo A. Madero, Iztacalco y Venustiano Carranza; en cambio, Coyoacán y Benito Juárez registraron una disminución entre septiembre del 2023 y junio de este año. El precio promedio registrado disminuyó 10% en el periodo. Ese reporte establece que casi 50% de los anfitriones de AirBnB en la CDMX son mujeres y que 17% son personas mayores de 60 años.
La redefinición de las estancias turísticas temporales —ahora consideradas como como “alojamientos temporales en inmuebles habitacionales mediante pago”— permitirá implementar una regulación más estricta, tanto para los “anfitriones” como para las empresas tecnológicas.
Los trámites de registro, renovación o baja en el Padrón de Anfitriones, así como los reportes, ocurrirán en la plataforma Llave CDMX. La Secretaría de Turismo integrará el padrón. Aquellos que registren cuatro o más inmuebles deberán presentar licencia de funcionamiento y uso de suelo mercantil, pero todos los prestadores del servicio quedan obligados a presentar reportes semestrales y dictámenes favorables en materia de protección civil y seguridad, además de un seguro de responsabilidad compartida.
Aquellos que tengan una ocupación superior a 50% del año deberán operar como hotel. Y los inmuebles en programas de vivienda popular o social y en arrendamiento, no podrán usarse como estancias turísticas eventuales; tampoco, las viviendas reconstruidas al amparo de la Ley para la Reconstrucción Integral de la CDMX.
La gentrificación es una de las expresiones más nítidas de lo glocal. Aunque en la CDMX se ha concentrado en un corredor que atraviesa media docena de alcaldías. Principalmente, la Cuauhtémoc, que alberga más de 600,000 habitaciones de hoteles.
Al paso de estos años, la administración capitalina —ahora encabezada por Clara Brugada— se ha propuesto regular a los anfitriones de estancias turísticas temporales e inhibir los efectos del turismo de masas en determinadas zonas del territorio capitalino.
Acabar con un modelo que sólo beneficia a un pequeño grupo de empresas parece loable, pero otros afectados indirectamente (los dueños de los inmuebles y de los negocios locales, principalmente en las alcaldías del centro) han alzado la voz ante las exigencias contenidas en la normatividad en ciernes: aviso de funcionamiento de impacto vecinal compatible al uso de suelo, tarifas en lugares visibles, horarios de atención, control de llegadas y salidas, reglamento interno, servicios médicos; contar con equipo de limpieza, preservativos, contar con seguro que garantice los valores que se le entreguen en custodia…
La distorsión del mercado inmobiliario de arrendamiento es una de las amenazas que advierten. Y también, un aumento de tarifas… pero el impacto estaría constreñido a 27,000 alojamientos, menos de 1% de las viviendas capitalinas.
La alcaldía Cuauhtémoc tiene el mayor número de viviendas turísticas, de acuerdo a un reciente estudio de Amvitur. La siguen: Gustavo A. Madero, Iztacalco y Venustiano Carranza; en cambio, Coyoacán y Benito Juárez registraron una disminución entre septiembre del 2023 y junio de este año. El precio promedio registrado disminuyó 10% en el periodo. Ese reporte establece que casi 50% de los anfitriones de AirBnB en la CDMX son mujeres y que 17% son personas mayores de 60 años.
La redefinición de las estancias turísticas temporales —ahora consideradas como como “alojamientos temporales en inmuebles habitacionales mediante pago”— permitirá implementar una regulación más estricta, tanto para los “anfitriones” como para las empresas tecnológicas.
Los trámites de registro, renovación o baja en el Padrón de Anfitriones, así como los reportes, ocurrirán en la plataforma Llave CDMX. La Secretaría de Turismo integrará el padrón. Aquellos que registren cuatro o más inmuebles deberán presentar licencia de funcionamiento y uso de suelo mercantil, pero todos los prestadores del servicio quedan obligados a presentar reportes semestrales y dictámenes favorables en materia de protección civil y seguridad, además de un seguro de responsabilidad compartida.
Aquellos que tengan una ocupación superior a 50% del año deberán operar como hotel. Y los inmuebles en programas de vivienda popular o social y en arrendamiento, no podrán usarse como estancias turísticas eventuales; tampoco, las viviendas reconstruidas al amparo de la Ley para la Reconstrucción Integral de la CDMX.
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