Los años de crisis en Venezuela no solo intensificaron el éxodo, sino que también cambiaron su rostro. Primero se fueron las familias con recursos, luego la clase media, y finalmente, los más vulnerables. Hoy, los migrantes venezolanos no solo buscan un destino; buscan sobrevivir. Para los que tenían la esperanza de volver con los resultados de las elecciones de julio pasado, el retorno se ve muy lejano.
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Desde un bullicioso crucero vehicular en el Istmo de Tehuantepec, un grupo de jóvenes venezolanos intentaba reconstruir sus vidas, aferrándose a sus raíces a través de la comida. Rachel, Isaurí, Kleiver y Roberth, de entre 19 y 28 años, trabajaban juntos en un pequeño restaurante ambulante, preparando platillos típicos de su país. Sin embargo, detrás de cada sonrisa hacia sus clientes, se ocultaba una historia marcada por el dolor y la desesperanza.
Habían dejado Venezuela huyendo de la pobreza y la falta de oportunidades, solo para enfrentarse a la incertidumbre de la migración. La reciente reelección de Nicolás Maduro, el 28 de julio, había destrozado sus últimos vestigios de esperanza de volver algún día a su tierra natal. Para ellos, el país que añoraban parecía cada vez más distante, un lugar devastado por la corrupción y la explotación indiscriminada de sus recursos.
Isaurí y Kleiver habían tomado una decisión desgarradora al dejar a su hijo de 9 meses al cuidado de sus abuelos. Su plan inicial de regresar pronto se había esfumado tras los resultados de las elecciones. Kleiver recordó los días en que se esforzaba por mantener a su familia trabajando en dos empleos en Venezuela, como albañil por las mañanas y mesero por las tardes. Aun así, el dinero nunca era suficiente.
Rachel, con su embarazo de siete meses, llevaba consigo el peso de una decisión igualmente difícil. En Venezuela, el acceso a servicios médicos era prácticamente un lujo, algo inalcanzable para la mayoría. Ella lamentaba profundamente cómo el sistema de salud de su país se había desmoronado y cómo su futuro y el de su bebé dependían ahora de una nueva vida en el extranjero.
Por su parte, Roberth, el mayor del grupo, veía en la venta de comida venezolana una forma de subsistencia. Después de haber estado detenido durante 60 días en Texas en una ocasión anterior, esta segunda travesía por México le había enseñado a valorar cualquier oportunidad para avanzar. Preparar y vender platillos como arroz, carne, frijoles y plátano por 60 pesos cada uno era su manera de sobrevivir mientras planeaba el siguiente paso hacia el sueño americano.
Aunque su presente estaba lleno de retos, estos cuatro jóvenes no perdían la resiliencia. Sabían que muchos otros seguirían el mismo camino de migración forzada, empujados por un régimen que parecía no ofrecerles futuro. Desde su pequeño puesto de comida, resistían, con la esperanza de construir algo nuevo, lejos de su tierra, pero llevando siempre a Venezuela en el corazón. ISTMO PRESS
El éxodo venezolano: una migración forzada por la crisis política y económica
La crisis política y económica que atraviesa Venezuela ha desencadenado uno de los mayores éxodos migratorios de las últimas décadas. Según cifras oficiales, cerca de 8 millones de personas han abandonado el país en busca de mejores condiciones de vida desde el inicio de la llamada “Revolución Bolivariana” en 1998.
La primera ola migratoria comenzó con las familias más privilegiadas, que temían perder su patrimonio bajo un gobierno autoritario encabezado por Hugo Chávez. Sin embargo, la situación se agravó tras su muerte en 2013, cuando el chavismo se radicalizó bajo la administración de Nicolás Maduro, empujando a millones de jóvenes y trabajadores a salir del país ante la falta de oportunidades y un futuro incierto.
La emigración se intensificó significativamente en 2016, año marcado por una hambruna generalizada, y en 2017, tras un apagón masivo que dejó al país en la oscuridad. Mientras los primeros migrantes podían costear un boleto de avión, los más vulnerables cruzaron a pie la frontera hacia Colombia, estableciendo un flujo constante hacia Cúcuta, Ecuador y Perú.
Con el tiempo, y tras la pandemia de COVID-19, México se convirtió en un destino popular para los venezolanos que ya residían en Sudamérica pero que decidieron intentar llegar a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.
En México, la comunidad venezolana ha crecido notablemente en los últimos años. Según cifras de la Secretaría de Gobernación, desde 2016 se registran 93.835 venezolanos residiendo legalmente en el país. Esta cifra no incluye a aquellos que tramitan su residencia utilizando un pasaporte europeo, una práctica común entre familias con antecedentes de migración europea en su historia.
Las elecciones
El pasado 28 de julio Maduro y González compitieron en unas elecciones presidenciales que el bloque opositor dice haber ganado, según las actas que asegura haber reunido, aunque el Consejo Nacional Electoral venezolano decretó la victoria del actual presidente de Venezuela sin presentar esos documentos de votación. Este 10 de enero Nicolás Maduro tomará posesión de su cargo como presidente del país.
Múltiples manifestaciones en contra han surgido en todo el mundo.
Anitzel Díaz
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