Por Manuel Ajenjo El pasado miércoles, sexto día de audiencias con testigos en el juicio que se celebra en Nueva York contra Genaro García Luna, comenzó el contrainterrogatorio a Israel Ávila excontador y operador del Cártel de Sinaloa. La defensa del exsecretario de Seguridad Pública en el sexenio de Felipe Calderón, busco restarle credibilidad al testigo con el argumento de que éste nunca tuvo contacto con el acusado y que todo lo que declaró nada más fueron cosas que escuchó acerca de García Luna; que si bien era testigo cooperante, lo hacía con el objetivo de reducir su condena en prisión. Por su parte Ávila declaró que decidió testificar en el juicio “para que se supiera de las relaciones que tiene el señor (el acusado García Luna)” pues “el cártel no funciona sin el gobierno”. Esta aseveración y la consideración de que el cártel sinaloense sigue operando en México y que la droga sigue llegando a Estados Unidos y está a la venta en las calles de las ciudades de la Unión Americana, son los motivos de la pregunta que encabeza esta columna: ¿Quiénes son los otros García Luna? ¿Quién es el protector del Cártel de Sinaloa —por citar al más renombrado— en el gobierno actual? ¿Quiénes son los altos funcionarios estadounidenses que se hacen de la vista gorda para que la droga se adquiera fácilmente en los más recónditos rincones de su país? El de la droga es un negocio de millones de dólares como para no despertar la codicia de los hipócritas gringos que están enterados de quienes son los capos que operan en México pero ignoran —eso no se los cree nadie— quienes mueven la droga una vez que los perversos mexicanos logran ponerla en territorio norteamericano. Vamos, ni siquiera han dado a conocer un nombre, un apellido anglosajón, de algún sospechoso de narcotráfico, es decir no dicen quién es su García Luna. Con esto se confirma que en el tema de las drogas —entre otros— los gringos son candil de la calle y oscuridad de su casa. La editorial Grijalbo publicará en estos días el libro escrito por el periodista mexicano, J. Jesús Esquivel cuyos título y subtitulo son: A sus órdenes, mi general –El caso Cienfuegos y la sumisión de AMLO ante el poder militar—, cuya introducción fue reproducida por la revista Proceso que circula esta semana, semanario para el que el autor de la publicación es corresponsal en Washington. Esquivel investigó uno de los temas más graves y delicados que ha debido de enfrentar el gobierno de la 4T, la acusación, por parte de Estados Unidos, del general Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, como protector de los cárteles de la droga —lo llamaron El Padrino—, es decir el equivalente a García Luna en el periodo gubernamental del mexiquense, con la salvedad de que el proceso jurídico contra el militar, detenido en Los Ángeles California el 15 de octubre del 2020, no se llevó a cabo por las negociaciones sombrías y de alto nivel entre personalidades políticas de México y Estados Unidos. El general Cienfuegos regresó al país el 18 de noviembre del mismo año exonerado de todos los cargos allá y aquí; salvaguardando el prestigio del Ejército mexicano. Ahora sabemos, por lo escrito por el periodista Esquivel, que en el sexenio 2012-2018 el narco gozó de protección del más alto nivel gubernamental. Entonces, regreso a lo escrito en la introducción de este texto: según lo dicho por Israel Ávila, “el cártel no funciona sin el gobierno”, y con apego a los hechos que conocemos, reitero la pregunta: ¿Quién o quiénes son los García Luna del gobierno actual? Punto final Aquellos que se pusieron calzón amarillo el 31 de diciembre, ¿ya tendrán dinero que me presten?
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