La percepción del arte y la cultura en Europa estuvo marcada durante mucho tiempo por una actitud de superioridad derivada del colonialismo, lo que influenció la valoración del arte no occidental. Los comerciantes occidentales comenzaron a reconocer el valor del arte de otras culturas en el siglo XIX, coincidiendo con el auge del imperialismo y el interés por lo "exótico". Este proceso estuvo vinculado al saqueo y comercio de objetos culturales, a menudo sin consideración por sus significados locales. Los objetos saqueados en conflictos bélicos tienen sin duda prioridad en el debate sobre la restitución.
En el ámbito de la arqueología, las excavaciones no oficiales o saqueadas han sido una problemática persistente, y aunque el saqueo fue facilitado por la asimetría de poder en la época colonial, no todos los objetos fueron adquiridos mediante robo. Hay que considerar múltiples contextos de adquisición, que incluyen intercambios diplomáticos, comercio legítimo y exploraciones científicas.
Los museos, por su parte, desempeñan un papel crucial en la democratización del arte, ya que hacen accesibles al público objetos que anteriormente eran privados. No obstante, su auge como instituciones coincide con la expansión colonial, lo que refleja las desigualdades de poder. Las colecciones de estos museos provienen de diversos orígenes, algunos de los cuales han sido motivo de debates sobre la procedencia de los objetos.
En la actualidad, la investigación sobre el origen de los bienes culturales y la justicia histórica pone un énfasis particular en el diálogo con los países de origen desde las primeras etapas, y no solo en el momento de decidir el destino de las colecciones. La repatriación de bienes culturales, tanto adquiridos de forma legal como ilegal, es un tema que ha ganado relevancia mediática y plantea desafíos éticos y legales para los gobiernos y museos de todo el mundo.
Un ejemplo reciente es el caso de la devolución de más de 60 objetos precolombinos de Suiza a varios países de América Latina, incluyendo a México. Este caso, que no es aislado, forma parte de una tendencia creciente hacia la restitución de bienes culturales adquiridos por coleccionistas privados. La embajada de México en Berna, por ejemplo, gestionó la devolución de 24 piezas al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en el marco de una campaña para recuperar y proteger el patrimonio cultural del país.
“Mi patrimonio no se vende, se ama y defiende”.
La restitución de los objetos culturales es resultado del trabajo conjunto de las autoridades mexicanas y de sus oficinas de representación en el extranjero; todas estas entidades han logrado restituir patrimonio que se encontraba en posesión de particulares, ya sea a través de la actuación de autoridades locales, de incautaciones, detención de subastas, o bien, mediante negociaciones con instituciones académicas y museos que, tras el acercamiento del Gobierno de México, han convenido en repatriar objetos que formaban parte de sus colecciones.
El compromiso de México con la protección de su patrimonio ha resultado en la recuperación de más de 13.500 piezas arqueológicas y objetos históricos en los últimos cinco años, lo que refleja una colaboración activa con la comunidad internacional para frenar el comercio ilegal de bienes culturales y asegurar su restitución a sus lugares de origen.La repatriación de objetos arqueológicos en México es un esfuerzo por recuperar el patrimonio cultural del país. Como una forma de reparación y expresión de soberanía para muchas naciones y grupos culturales. En 2022, el país recuperó 223 piezas prehispánicas gracias a la colaboración con los Países Bajos. Un año antes, en 2021, se repatrió una urna maya de barro, completa y con sus colores originales, que había estado en el Albion College de Estados Unidos. En 2019, México logró recuperar la estela de La Mar, una escultura de piedra caliza que fue saqueada de la selva de Chiapas. En 2020, el país repatrió un lote de 4.000 laminillas de cobre, elaboradas entre los años 1200 y 1521, que fueron incautadas en Florida, Estados Unidos. Estos casos ejemplifican el compromiso de México por recuperar su patrimonio cultural y arqueológico disperso en el extranjero.
Swissinfo, INAH
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