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La Guelaguetza ¿sigue siendo una fiesta del pueblo?




"Ningún funcionario público pasaría las horas necesarias parado bajo el sol haciendo fila para los palcos gratuitos, y si lo hacen, es pura simulación. Ellos tienen pase directo, la Guelaguetza es de ellos y para ellos. En realidad, mis primeros recuerdos de esa “fiesta” fueron haciendo fila, cuando mi Padre trabajaba en el planetario. Mi Madre preparaba tortas una noche antes, y yo salía por un momento de la fila corriendo hasta el planetario para comprar refrescos de la única máquina expendedora que vi durante mi infancia. Mario Cruz, fotógrafo oaxaqueño".


A principios de los años 70 del siglo anterior, el gobierno de Oaxaca le arrebató al ayuntamiento la organización de la Guelaguetza de los Lunes del Cerro y la Octava, un evento que, cuarenta años atrás había evocado, a las fiestas que aludían a los inicios de la siembra del maíz de la época prehispánica que al correr de los años la religiosidad católica la fusionó con la celebración de la virgen del Carmen.


La primera Guelaguetza, tal como se conoce en su forma moderna, se celebró en 1932. Esta celebración surgió como parte de los eventos conmemorativos del 400 aniversario de la fundación de la ciudad de Oaxaca de Juárez. Sin embargo, la tradición de la Guelaguetza tiene raíces mucho más antiguas, relacionadas con las festividades prehispánicas dedicadas a la diosa Centéotl, la deidad del maíz y la agricultura.


Oaxaca de Juárez debía superar el impacto del terremoto ocurrido un año antes, se consideró que el homenaje debían hacerlo las siete regiones.


“Un integrante del comité organizador – Alfredo Canseco Feraud- hizo una proposición que vino a reforzar lo que en tiempo anterior hiciera el licenciado José Guillermo Toro. El abogado mencionado propuso en una de las primeras juntas del comité, que su labor debía dejar alguna huella en las fiestas; huella perenne y por tanto proponía se obsequiara a algunas poblaciones algunos pares de zapatos o algunos pantalones, pues era indudable que quienes los usaran quedarían habituados a su uso, especialmente los pantalones y su ejemplo serviría para inducir a mayor número a usar estas prendas”.

Un periódico de la época, El Mercurio, refiere que el profesor Feraud propuso aprovechar las fiestas del Centenario para lanzar volantes “excitando a nuestras clases humildes a dar un paso adelante en su mejoramiento, vistiendo pantalones, ya que prácticamente vestían en ropa interior.”


“Juzgamos peregrina e inusitada la proposición. Despojar a nuestros indios de su indumentaria clásica puede parecer a primera vista un acto de progreso. Y sin embargo no lo es. Desde que el indio fue conquistado por los españoles, su manera de vestir fue una consecuencia de su medio histórico, de su ambiente geográfico, de su realidad social”. El Mercurio

“Óra sí, vamos a hacer una cosa: voy a llamar otros músicos de otros pue- blos para que aquí repasen y cuando ya toquen bien, y con los danzantes bien uniformados, vamos al Lunes del Cerro, la Guelaguetza”. Ocho puros maestros repasaron, hombres y mujeres, y tocaron Jarabe Mixe, Fandango Mixe: ahí estrenan en el Lunes del Cerro, ahí recibió primer lugar. Ahí está el presidente de la república. “¿De quén es el piezas, de quén esos sones, quén arregló, quén escribió?”, preguntó el presidente. “Aquí está mi paisano”, dice el maestro di- rector de la Banda de Música del Estado, y me levanté; estaba yo sentado. Así fue el Lunes del Cerro. Comenzó bonito y las danzas bonito bailan, igualito el paso numerado. María Elisa ruiz HErnándEz, escritora

"Mi familia está reunida. Sacaron todas las sillas de madera de la mesa grande que llamamos comedor, y que solo se ocupa para las fiestas. También tendimos un petate frente a las sillas. Alrededor de la televisión grande están sentadas mi abuela, mis tías, y mi madre. Mis hermanas y yo acostados sobre el petate. Solo falta el “guayabón” de mi tío Sabino, quien por ratos se recarga en el umbral de la puerta de la pieza grande, mal humorado, pero cariñoso a su modo, a la primer oportunidad me manda a la tienda de tía Lancha por unos refrescos y unas papas. Estamos viendo “el lunes del cerro” por el canal 9, quizá tengo 8, 10, 12 años o quizá 15, el recuerdo no varía mucho", recuerda Mario Cruz

La Guelaguetza


La Guelaguetza, aunque es una festividad moderna en su forma actual, preserva muchos elementos de estas antiguas celebraciones prehispánicas. Antes de la colonización española, las comunidades indígenas de Oaxaca realizaban ceremonias y ofrendas en honor a Centéotl, especialmente durante la temporada de cosecha del maíz. Estas celebraciones incluían danzas, música y ofrendas de productos agrícolas, reflejando la importancia del maíz en la vida y cultura de los pueblos mesoamericanos.


Una de las danzas más representativas de esta primera Guelaguetza fue la Danza de la Pluma, una danza tradicional zapoteca que narra la conquista española desde la perspectiva indígena. Esta danza se ha mantenido como uno de los elementos centrales de la Guelaguetza.


Desde su inicio en 1932, la Guelaguetza ha evolucionado y crecido en magnitud y alcance. En sus primeras décadas, la celebración se centraba en las danzas y ofrendas tradicionales, pero con el tiempo se han incorporado otros elementos como desfiles, conciertos, ferias gastronómicas y exposiciones de artesanías.


En 1974, se construyó el Auditorio Guelaguetza en el Cerro del Fortín, un anfiteatro diseñado específicamente para albergar la celebración. Este espacio se ha convertido en el epicentro de las festividades, ofreciendo un lugar adecuado para las presentaciones y una vista panorámica de la ciudad de Oaxaca.


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