Por Manuel Ajenjo
Tengo frente a mí el libro Apuntes de Lázaro Cárdenas, editado por la Dirección General de Publicaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México en 1972. Se trata de una especie de diario que el General y expresidente, tuvo a bien escribir entre los años 1913 y 1940; sus páginas contienen “relación de hechos de armas, comentarios políticos, decisiones administrativas, itinerarios y reflexiones significativas”, según escribió el historiador Gastón García Cantú, en el prefacio de la publicación.
Obvio que recurrí a sus páginas para saber en letra del protagonista principal del suceso cuyo octogésimo quinto aniversario celebramos el sábado pasado: La expropiación petrolera.
El día primero de enero de 1938, don Lázaro apuntó: “En los últimos días de 1937, la situación económica del gobierno fue un tanto difícil, debido a la campaña que las empresas petroleras han venido haciendo en contra de los intereses del país negándose a obedecer el laudo de la Comisión Pericial, que estudió las posibilidades económicas de las propias empresas para atender las demandas de sus trabajadores, laudo que fue ratificado por la junta. Simultáneamente emprendieron una intensa labor de prensa en el exterior; gestionaron ante sus gobiernos protección de sus intereses; suspendieron la venta de sus productos a crédito y retiraron de los bancos sus depósitos ocasionando con todo esto que la reserva monetaria bajará considerablemente”
Culmina el párrafo con el siguiente comentario: “Muy estimulante fue para el gobierno que el pueblo no manifestará alarma por la actitud de las empresas”.
Para marzo el conflicto tomó proporciones de colisión entre las empresas y el sindicato petrolero fundado en 1935. Una comisión del gobierno realizó estudios para conocer si las petroleras estaban en condiciones de cumplir con las peticiones del sindicato (semana laboral de 40 horas, pago salarial durante las enfermedades, indemnización familiar en caso de muerte o incapacidad total, salario mínimo de 5 pesos y jubilación). El resultado fue favorable para los trabajadores. Las empresas inconformes recurrieron al ampara de la Suprema Corte, el cual les fue negado. Pidieron hablar con el presidente de la República quien los recibió sólo para decirles que en este tema no había marcha atrás.
Regreso a los apuntes del General donde cuenta que el 10 de marzo, luego de la visita del ingenio azucarero de Zacatepec, al que se le denomino ‘Emiliano Zapata’, el presidente pidió parar el automóvil para bajar y en compañía del General Francisco J. Múgica, secretario de Comunicaciones, tuvo una charla caminata, a las que era tan afecto: “Nos referimos a la situación que viene ocasionando la actitud de las empresas petroleras —escribió— hicimos consideraciones de las circunstancias que podrían presentarse si gobiernos como los de Inglaterra y Estados Unidos, interesados en respaldar las empresas petroleras, presionaban al Gobierno de México con medidas violentes; pero tomamos también en cuenta que se presenta ya la amenaza de una nueva guerra mundial con las provocaciones que desarrolla el imperialismo nazifascista, y que esto los detendría de agredir a México, en el caso de una expropiación”.
El 19 de marzo escribió: “Ayer se decretó la expropiación de las instalaciones industriales de las empresas petroleras que operan en el país. A las 22 horas de ayer, 18 de marzo, dirigí en Palacio Nacional un mensaje a la Nación participándole el paso trascendental que da el Gobierno de México, reivindicando la riqueza petrolera que explotaban empresas extranjeras” (…)
“Con voluntad y un poco de sacrificio del pueblo para resistir los ataques de los intereses afectados, México logrará salir airoso, y para ello confió en la comprensión y patriotismo de todos los mexicanos. Hoy podrá la Nación fincar buena parte de su crédito en la industria del petróleo y desarrollar con amplitud su economía”.
El resto de la historia lo conocemos y lo hemos padecido, pero seguimos celebrando.
Punto final
Existen personas que si les quitan lo pendejo se quedan sin nada.
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