Este 28 de enero dos activistas climáticas arrojaron sopa al cristal que protege la Mona Lisa en el Museo del Louvre, en París, Francia, y gritaron lemas que reclamaban un sistema alimentario sostenible.
“¿Qué es lo más importante?”, exclamaron. “¿El arte, o el derecho a una comida sana y sostenible?”.
“Nuestro sistema agrario está enfermo. Nuestros agricultores mueren trabajando”, añadieron.
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No es el primer ataque que recibe la Mona Lisa, ni creo yo será el último, con la atención que recibe, después de todo estamos hablando todos de ello hoy. Ya en mayo del 2023 la noticia más sonada en el mundo del arte fue el pastelazo que recibió la obra más famosa del mundo, la Mona Lisa,
Una sala de un museo, cientos de visitantes, teléfonos apuntando, imágenes que dieron la vuelta al mundo. Una anciana en una silla de ruedas lanzó un pastel al cristal que protege la Mona Lisa en el Louvre. ¿Un performance, una protesta? Una desesperada llamada de atención por un joven activista disfrazado de anciana: “¡Todos los artistas te dicen que pienses en la Tierra! ¡Todos los artistas piensan en la Tierra! ¡Por eso hice esto! ¡Piensa en el planeta!” Tomando en cuenta que la temperatura promedio de la superficie del planeta ha aumentado aproximadamente 1.18 grados centígrados desde finales del siglo XIX, la protesta parece pertinente.
Las reacciones no se hicieron esperar –para eso sirven las redes sociales–, desde: “NO es la forma de llamar la atención sobre el cambio climático. Las obras de arte clásicas como la Mona Lisa son un regalo para toda la humanidad; necesitamos proteger el gran arte de todo el mundo” hasta: “Pocas pinturas, incluida la Mona Lisa, sobrevivirán al colapso ambiental. No hay arte en un planeta muerto.” Todas válidas, todas completando el acto público de la protesta.
El lanzamiento de pasteles nunca se ha reducido al acto en sí mismo; comenzó como un acto anárquico que atentaba contra las buenas costumbres y ha terminado como un huracán que atrae atención. Pastelazos históricos ha habido muchos: el de Bill Gates en 1999, el de Godard, Sarkozy… Incluso en México le tocó a la crítica de arte Avelina Lesper después de que descalificó el graffiticomo una forma de arte.
En el 2022 Activistas climáticos en Austria atacaron el martes una famosa pintura del artista Gustav Klimt con un líquido negro y oleoso, y después uno de ellos se pegó al marco del cuadro.
Detengan la destrucción por combustibles fósiles. Estamos corriendo hacia el infierno climático!”, agregó.
“No creo que las acciones como esta sean significativas, porque surgen dudas sobre si no llevan a una mayor falta de comprensión en vez de una mayor consciencia sobre la catástrofe climática”, dijo Andrea Mayer.
Activismo vs arte
El activismo y el arte son dos formas poderosas de expresión que a menudo se entrelazan para abordar cuestiones sociales, políticas y culturales. Es importante señalar que los activistas recurren a la destrucción de obras de arte como medio de expresión. Es un performance para llamar la atención. Es un grito de ayuda.
Cuando las obras de arte son atacadas, los motivos pueden variar y pueden estar relacionados con cuestiones políticas, sociales o culturales.
Activistas del clima atacan obras de arte con sopa, pasteles, puré de papas o tomates. ¿Tácticas para sacudir conciencias o vandalismo?
El plan funciona: la atención recibida siempre es enorme, al igual que la indignación. ¿Hasta dónde puede llegar la desobediencia civil? ¿Qué medios son apropiados? Y, sobre todo, ¿qué tiene que ver el arte con todo esto? Lo que no está muy claro son los resultados ¿qué adelantan en sus peticiones?
Museos y artistas de todo el mundo buscan la respuesta adecuada ante estos ataques. Mientras la Kunsthalle de Hamburgo se solidariza con los activistas del clima, el Museo Barberini de Potsdam se pregunta si no debería protestarse con el arte, y no contra él.
El mundo del arte es loco, diverso, infinito. Todo cabe, sobre todo la especulación. ¿Qué puede sorprendernos ya?
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Anitzel Díaz
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